Centro Cultural de la Fortaleza de Ehrenbreitstein
Festung Ehrenbreitstein, 56077 Koblenz
A 118 metros sobre el Rin, desde la fortaleza se tiene probablemente la vista más fantástica de Coblenza y la confluencia del Rin y el Mosela. La fortaleza de Ehrenbreitstein, la segunda más grande que se conserva en Europa, se construyó en su forma actual entre 1817 y 1828. Sus orígenes se remontan al año 1000.
Hoy en día, además del Museo Estatal de Coblenza con sus diversas exposiciones (por ejemplo, sobre la historia de la tecnología y la arqueología del Estado, sobre la historia de la fortaleza con más de 20 emocionantes estaciones, producciones multimedia y mucho más), la fortaleza también alberga el Memorial del Ejército y el Albergue Juvenil de Coblenza. El conradino Ehrenbert hizo construir un castillo hacia el año 1000, cuyo nombre "Ehrenbertstein" se convirtió con el tiempo en "Ehrenbreitstein". En el siglo XI, el castillo pasó a ser propiedad del arzobispo Poppo de Tréveris, cuyo sucesor amplió el complejo. En el siglo XII se añadió a la colina del castillo el castillo de Helfenstein, sede de los posteriores condes. En el siglo XV, bajo el arzobispo Richard von Greiffenclau, se amplió hasta convertirse en una fortaleza protegida contra la artillería. (Sugerencia: visite el impresionante cañón "Vogel Greif", el mayor de Europa en su época, que aún recuerda a este siglo). Durante la Guerra de los Treinta Años, el castillo sufrió una oleada de cambios de propiedad. En 1797, las tropas francesas sitiaron la fortaleza, pero sólo consiguieron forzar una rendición por hambre en 1799. En 1801 hicieron volar la fortaleza. En 1815, después de que el Congreso de Viena transfiriera los territorios renanos de Kurtrier al Reino de Prusia, el rey Federico Guillermo III ordenó la ampliación de Coblenza para convertirla en una ciudad fortaleza, creando una de las mayores fortificaciones de Europa. Como punto culminante, experimente el camino a la fortaleza de Ehrenbreitstein con el teleférico de Coblenza. Flote sobre el Rin y disfrute de las fantásticas vistas sobre el Rincón Alemán, el Rin y el Mosela antes de deslizarse sobre las impresionantes murallas de la fortaleza que se acurrucan contra la roca. Prevea tiempo suficiente para su estancia. Seguro que le apetece disfrutar a su aire del extenso recinto de la fortaleza, de las diversas exposiciones, de las visitas a la fortaleza o incluso de una visita al restaurante.